Los malvados contra los buenos II – sobre el asesinato de Miguel Uribe Turbay

Retomo mis publicaciones luego de la muerte de Miguel Uribe Turbay, tras dos meses luchando por su vida en la Fundación Santa Fe, en Bogotá. A Miguel Uribe lo asesinaron, aunque aún no es claro quién ordenó su muerte. En nuestro país, ya son seis los aspirantes a la Presidencia asesinados:

Jorge Eliécer Gaitán, líder liberal, en 1948.

Jaime Pardo Leal, candidato de la Unión Patriótica, en 1987.

Luis Carlos Galán Sarmiento, candidato liberal independiente, en 1989.

Bernardo Jaramillo Ossa, candidato de la Unión Patriótica, en 1990.

Carlos Pizarro Leongómez, candidato por el movimiento alternativo M-19, en 1990.

Y ahora Miguel Uribe Turbay, precandidato por el Centro Democrático, en 2025.

El dolor es grande, no solo porque se suma a la lista de presidenciables asesinados, sino porque también se suma a los cerca de 100 líderes asesinados en el país en el 2025. 

Los malvados contra los buenos, una columna que escribí hace algunos años, reflexiona sobre el afán de dividir el mundo en dos bandos. Y el magnicidio de Miguel Uribe no debería convertirse en una razón para seguir acrecentando la división, sino para construir unidad. 

Construir unidad, desde mi punto de vista, es pedir justicia y verdad en este atroz crimen. Porque la democracia necesita justicia para él y para todos los liderazgos silenciados. 

Construir unidad pasa por comprender que las diferencias políticas no pueden ser un motivo para silenciar ninguna voz. Ni de izquierda, ni de centro, ni de derecha. Ninguna. Y una democracia responsable debe garantizar que las voces de todas y todos tengan cabida, siempre que jueguen en el marco constitucional. 

Miguel tenía posiciones políticas fuertes y era un claro opositor al gobierno. Con más razón, nuestra democracia debía cuidarlo. Y no lo logramos. Como sociedad le fallamos a él, a su hijo, Alejandro, que repite la historia de su padre. Recordemos que Miguel, a los mismos cuatro años de su hijo, perdió a su mamá, Diana Turbay, por el secuestro y posterior asesinato del cual fue responsable el grupo narcotraficante Cartel de Medellín. 

Le fallamos al padre de Miguel Uribe y también a su esposa, María Claudia Tarazona. Le fallamos también a sus tres hijas. Incluso, a su partido político, el Centro Democrático, así como le fallamos a las víctimas de la Unión Patriótica en la década de los 80 y 90. 

Como sociedad, necesitamos construir unidad, dejando de lado la trampa de los extremismos que exacerbarán su odio con la muerte de Miguel como excusa. Nuestro reto es no caer en esta trampa, que nos devuelve al mismo ciclo de violencia, porque necesitamos avanzar como sociedad hacia una construcción distinta… hacia un nuevo futuro.

Alejandro Uribe Tarazona, aún eres muy pequeño para entender lo que pasó. Perdona al país que tu papá tanto amó porque seguimos admitiendo la violencia política, porque te quitó la oportunidad de crecer al lado de tu padre. 

No más tragedias como la de Alejandro Uribe, María José Pizarro, Paula Jaramillo, Bernardo Jaramillo, Carlos Fernando Galán, Juan Manuel Galán, Claudio Galán, Luis Alfonso Galán, Fernando Pardo, Édison Pardo, Iván Pardo, Yalima Pardo y Gloria Gaitán, y otros tantos hijos e hijas de líderes colombianos que no pudieron crecer al lado de sus padres por culpa de la violencia. 

Miguel Uribe Turbay – Foto: Wikipedia

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