Venezuela hoy tiene un gobierno al que no le interesa el bienestar de todos sus ciudadanos…
Dos jóvenes venezolanos, que difícilmente superan los 30 años, se montan en uno de los buses de Transmilenio que recorre la autopista norte en Bogotá. Con un discurso idéntico y en dos lugares opuestos del vehículo biarticulado, se dirigen a dos grupos distintos de personas comentando la situación de su país y pidiendo ayuda económica.
Ambos, con escasos segundos de diferencia, exhiben un billete de cinco bolívares y dicen que en su país este billete no sirve para nada por la inflación. Además, advierten, son jóvenes profesionales que por no tener su residencia en Colombia legalizada, se ven obligados a pedir ayuda en estos buses ante la imposibilidad de obtener un trabajo formal.
Algunos de los presentes se sensibilizan con el discurso y optan por apoyar a los jóvenes ofreciéndoles una o varias monedas a cambio del pequeño dulce que ellos intercambian por cualquier colaboración económica. Otros, actúan de forma indiferente ante una realidad que cada vez es más evidente: la diáspora de los venezolanos.
De acuerdo con un informe publicado por El Tiempo, desde 2014 ha incrementado gradualmente el ingreso de venezolanos a Colombia, pasando de 291.536 en ese año a 378.597 en 2016. Solo en los últimos tres años –y con cifras actualizadas hasta enero de 2017– se registra el ingreso de 1.046.708 personas, de las cuales 2.387 han sido deportadas a Venezuela, especialmente por no tener su documentación de permanencia en regla.
En la capital del país, cada día es más común encontrarse con venezolanos que vienen a Colombia en busca de nuevas oportunidades que su país no les está brindando. Desde meseros hasta comerciantes, desde jóvenes estudiantes hasta los que piden dinero en un bus. Esta diáspora se manifiesta como una de las evidencias del impacto negativo de un régimen desgastado que no tiene escrúpulos y que está dispuesto a hacer lo que sea necesario por preservar el poder.
Venezuela hoy tiene un gobierno al que no le interesa el bienestar de todos sus ciudadanos y al que no le importa que miles de connacionales se vean obligados a abandonar el país. Venezuela transita a una dictadura que lejos de defender un legado, está dispuesta a pasar por encima de la mismísima Constitución fundadora de la República Bolivariana de Venezuela, con tal de afincarse en el poder y eliminar la Asamblea Nacional –de mayoría opositora–, que fue elegida en elecciones democráticas.
Es imperante que los gobiernos de la región, respetando la autonomía de los pueblos, reprueben el abuso de la fuerza, la vulneración de los derechos y las vejaciones a la que están siendo sometidos millones de venezolanos por causa de los excesos de su gobierno de turno. Es imperativo tomar acciones para desmarcarse de un régimen con aires dictatoriales que busca imponer su pensamiento único. Venezuela y los venezolanos no merecen ser abandonados.
Foto: Bandera de Venezuela (Flickr Cristóbal Alvarado)
Columna publicada originalmente el periódico El Mundo de Medellín, el 18 de mayo de 2017.