América Latina tiene una población que supera los 600 millones de habitantes, de los cuales unos 175 millones viven en condiciones de pobreza, de acuerdo con las estadísticas más recientes de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Curiosamente, un mexicano ocupa el cuarto puesto en el listado de los ultra ricos del mundo, con un patrimonio que asciende a los 50.000 millones de dólares, y eso que en el 2015 perdió el 22% de su fortuna…
Se trata, por supuesto, del empresario Carlos Slim Helú, propietario del grupo Carso que aglutina a diversas empresas del sector de las telecomunicaciones, la construcción, la hotelería y que incluso, tiene importantes acciones en medios de influencia global como The New York Times.
Este personaje, absurdamente multimillonario en un territorio de pobres, es el protagonista del libro del también mexicano Diego Enrique Osorno, llamado: “Slim, biografía política del mexicano más rico del mundo”.
Esta investigación periodística no solo es un acercamiento a la vida de este hombre y a su entramado de relaciones políticas, económicas, sociales y familiares. En esencia, este libro es una reflexión sobre la desigualdad en nuestros tiempos, donde un uno por ciento de la población mundial tiene más dinero que todo el 99% restante junto.
Precisamente, este libro plantea un concepto que resulta interesante explorar: el capitalismo latinoamericano. En una entrevista con Diego Enrique Osorno, él me explicaba que el capitalismo parte de la base de que el empresario construye una riqueza que beneficia al resto de la sociedad al generar empleos e infraestructura. Sin embargo, en Latinoamérica no se ha logrado que la fortuna particular repercuta significativamente en la consolidación de un Estado de Bienestar que garantice unas condiciones de vida dignas para un mayor espectro de la población.
A esto se suma que, según me comenta Osorno, “los capitalistas latinoamericanos se aprovechan, o tienen la dificultad –porque a veces también es una dificultad–, del subdesarrollo político que existe, de la corrupción, del tráfico de influencias, de la falta de educación. Entonces, con esos elementos, el capitalismo se aplica en Latinoamérica de una forma distinta a la que ocurre en Europa, Estados Unidos, Asia, o en otras regiones del mundo”.
Carlos Slim ya era un millonario cuando se aventuró a la compra de la empresa estatal mexicana Telmex, en la década de los noventa, en el desarrollo de una negociación cubierta con un manto de dudas relacionadas con la cercanía del empresario con el entonces presidente de México, Carlos Salinas de Gortari. Pero, fue la adquisición de esta empresa de telecomunicaciones la que propició que una década después, Slim llegara al primer lugar de los hombres más ricos del mundo, superando a otros magnates como Bill Gates o Warren Buffett.
De ahí la importancia que tiene acercarnos a libros como el de Diego Enrique Osorno, que nos permitan mirarnos al espejo para encontrar elementos que nos ayuden a comprender la desigualdad en nuestras sociedades y, también, a preguntarnos sobre las formas en que los multimillonarios de América Latina han logrado sus fortunas en medio de tanta pobreza.
Nota de cierre: hablando de Slim y de negociaciones con empresas de telecomunicaciones de propiedad del Estado, ¿a quién beneficiará realmente la venta de la bogotana ETB? Amanecerá y veremos…
Columna publicada originalmente en el periódico El Mundo de Medellín, el 2 de junio de 2016.
Fotografía: ITU Pictures Flickr