No solo el terrorismo yihadista representa una amenaza para la humanidad en estos tiempos. También lo significa el auge de las ideas extremistas que se consolidan con cada nueva acción violenta en occidente.
Mientras en Estados Unidos el nuevo candidato a la presidencia, Donald Trump, arremete contra la política de puertas abiertas y acusa a los inmigrantes ilegales de amenazar la seguridad y los recursos de su nación durante su discurso de aceptación oficial de la nominación republicana, en Europa se reabre el debate sobre los refugiados luego de que se conociera la participación de algunos solicitantes de asilo en, al menos, dos de los últimos cuatro atentados en Alemania, justamente el país que lideró la acogida de personas provenientes de zonas en conflicto.
En España, uno de los países europeos que aún no ha sido víctima de atentados recientes pero que sí ha sido amenazado en algunos videos, un grupo de ultraderecha representó una ejecución del autodenominado Estado Islámico en la concurrida Puerta del Sol, en Madrid, acompañados por una pancarta con el mensaje: “el yihadismo destruye Europa mientras le abrimos la puerta”.
Las ideas extremistas que contravienen principios elementales de las sociedades modernas como la Declaración Universal de los Derechos Humanos, están experimentando un peligroso auge, justamente, como respuesta a las actuaciones extremistas de los grupos terroristas de medio oriente, en el caso de Europa, y en el caso de Estados Unidos a hechos delictivos que involucran a ciudadanos hispanos.
Con sus mensajes populistas, cargados de emoción y oportunismo, aprovechan la sensación de vulnerabilidad de los “auténticos ciudadanos nacionales” para señalar un enemigo único: los extranjeros que vienen de países en conflicto o con marcadas problemáticas internas, esos que según los radicales, llegan con sus problemas a interrumpir la tranquilidad reinante en sus naciones.
Esos extremismos que ofrecen soluciones facilistas como construir muros o cerrar fronteras, no ven más allá de sus propios límites geográficos y poco les importa que sus “alternativas” de cambio, no sean más que estrategias fallidas que solo fomentan un odio tan peligroso que puede ser el inicio de futuras guerras.
Los ciudadanos deben mantener una actitud vigilante e informada, porque es fácil caer en el odio y la discriminación que promueven los extremistas con sus discursos que buscan generalizar, acrecentar los estigmas e imponer el miedo –su principal herramienta de legitimación–, para lograr propósitos que solo significan retrocesos para la humanidad.
Nota de cierre: es vergonzoso que el Sena se vanaglorie de ofrecer cursos de formación en inglés gratuitos por Internet, cuando cuenta con plataformas tecnológicas tan atrasadas que funcionan con “capturas de pantalla” para la evaluación de los ejercicios. Más allá de la buena voluntad, la apuesta por la educación es un asunto de calidad y es evidente que el Sena, al menos en su formación virtual en inglés, no está buscando conseguirla.
Columna publicada originalmente en el periódico El Mundo el 28 de julio de 2016.
Imagen de Flickr: DonkeyHotey