Está compuesto por más de 100 hectáreas que lo convierten en el parque natural más grande del área urbana de Medellín. Es un valioso pulmón verde en medio de la mole de cemento que son nuestras ciudades.
Está compuesto por más de 100 hectáreas que lo convierten en el parque natural más grande del área urbana de Medellín. Es un valioso pulmón verde en medio de la mole de cemento que son nuestras ciudades. Un espacio para conectarse con la naturaleza, para recibir nuevas energías que recargan nuestro cuerpo para la agitada cotidianidad de nuestros días.
Por ese importante aporte ambiental y social, el parque natural regional metropolitano cerro El Volador requiere de una especial atención por parte de los ciudadanos y de las autoridades. Recientemente, en un encuentro para la participación realizado por la Contraloría de Medellín, un grupo de personas –muchos de ellos visitantes asiduos enamorados completamente de este espacio–, manifestaban que la inseguridad y la falta de mantenimiento son algunos de los problemas recurrentes.
Un grupo de caminantes que ama, cuida y recorre el cerro más allá de su camino tradicional –que empieza en la calle 65–, denuncia que en algunos de esos recorridos se han presentado atracos, amenazas con arma blanca o, incluso, agresiones sexuales contra mujeres. A pesar de la presencia de seguridad privada y un CAI de policía, los caminantes declaran que su espectro de acción es limitado y pocas veces recorren senderos y rutas alternativas.
A esto se suma el descuido de algunas de las zonas del parque natural… un problema que se incrementa por la falta de cultura ciudadana de algunos de los visitantes, ya no solo por la tradicional “basurita” en el piso, sino también por el desecho de residuos de gran tamaño como neumáticos en algunas de sus zonas verdes.
Y hablando de cultura ciudadana, las mascotas, en especial los perros, que para muchos de nosotros son grandes amigos que aportan diversión y disfrute a la vida, para otros no son más que una molestia que les impide un pleno disfrute del espacio. Estas diferencias ya han generado, incluso, problemas de convivencia entre los asistentes al cerro El Volador… problemas que también deben tramitarse, no solo con la buena disposición de los desechos de las mascotas, sino también procurando el respeto por el espacio del otro.
Por ello, es importante exhortar a las autoridades para que atiendan este territorio, no solo con intervenciones en infraestructura, sino con acciones integrales que beneficien a los gozantes de este espacio de ciudad y a las especies naturales que lo habitan. De nuestra parte, los ciudadanos debemos poner nuestro empeño en la convivencia, el respeto por nuestro ambiente y la voluntad para disfrutar de estos espacios… amarlos, cuidarlos y recorrerlos, como lo hacen decenas de caminantes que desde tempranas horas hacen de este pulmón verde parte de sus vidas.
Nota de cierre: profundo dolor produce la muerte sorpresiva de 71 personas en la tragedia aérea de La Unión. No queda más que expresar respeto por las víctimas y solidaridad con sus familiares. También, un profundo dolor se ocasiona cuando la estabilidad de procesos serios y valiosos como el construido en los últimos años por Sergio Restrepo en el Teatro Pablo Tobón, se ven amenazados por posturas cuestionables. Mi respaldo para él, un CIUDADANO en mayúsculas y con todas las letras de la palabra.
Columna publicada originalmente el 1 de diciembre de 2016 en el periódico El Mundo.
Foto: David Peña Flickr