En esta etapa final de la carrera electoral en las regiones, es importante afinar los sentidos para identificar cuáles de los candidatos podrían ser los mejores gobernantes o representantes políticos.
En esta etapa final de la carrera electoral en las regiones, es importante afinar los sentidos para identificar cuáles de los candidatos podrían ser los mejores gobernantes o representantes políticos. Vale la pena tomar una decisión consciente porque quienes resultarán elegidos, serán quienes tendrán el poder de administrar o vigilar los recursos públicos… el dinero de todos. Y son ellos, quienes determinarán cuáles problemas priorizarán y buscarán solucionar en nuestra sociedad.
La decisión no es menor y por ello, es fundamental activar el sentido crítico. Este decálogo, arbitrario, se propone como una herramienta para diferenciar entre aquellos candidatos que saben de lo que están hablando y que tienen un sentido claro de lo que pueden hacer desde su rol público, de quienes solo dicen mentiras para quedarse con un pedazo del pastel. Obviará aspectos como descartar a quienes compran votos, combinan armas con política o religión con política, por mencionar algunos casos. Por favor, léase con atención antes de dirigirse a las urnas:
- Sepa quién es quién. Usted está eligiendo a quien será el administrador de los recursos públicos y a quienes lo vigilarán para que cumpla con lo que prometió. Por eso, tómese el tiempo de estudiar las hojas de vida de aquellos candidatos que llaman su atención. Pregúntese, ¿quién es?, ¿qué causas dice defender y qué ha hecho por estas?, ¿cuáles son sus orígenes y sus vínculos familiares? Si han ocupado cargos públicos, ¿qué ha hecho? Si no es así, ¿qué otra experiencia lo legitima para cumplir con un rol público? ¿Tiene antecedentes penales o de corrupción? No tome una decisión a la ligera.
- Investigue quién rodea al candidato. En política, aquello de “dime con quién andas y te diré quién eres” tiene mucho sentido. A veces, los antecedentes judiciales o de corrupción suelen estar en los aliados y no en el candidato. Cuidado.
- Desconfíe de los que se llamen a sí mismos, frecuentemente, “independientes”. En política, nadie puede ser independiente a menos que sea un dictador o un monarca. Gobernar implica hacer coaliciones; construir una carrera política implica rodearse de otros políticos; la independencia es un concepto abstracto que usan aquellos que quieren distanciarse de la mala imagen de los partidos políticos y la política tradicional. Y distanciarse no implica diferenciarse. Entender esto es fundamental.
- Pregúntese por lo que prioriza. Un buen político, desde su etapa como candidato, explica cómo funciona lo público. Así, se evita mentir para agradar o prometer lo que no puede cumplir. La agenda de problemas públicos es enorme y por eso, establecer unos focos claros de atención es lo más honesto, porque es sobre esos problemas sobre los que se pueden lograr cambios más profundos.
- No basta con priorizar, es necesario comprender los problemas. Cuando alguien sabe de un problema no solo lo puede explicar con claridad, sino que ofrece información nueva y relevante. En política pública, pocas cosas pueden ser peores que no comprender el problema, porque si no se comprende, las propuestas de soluciones pueden ser inútiles para resolverlo.
- Cuestione a quienes proponen soluciones obvias. Pregúntese, ¿si es tan sencillo, por qué nadie lo ha hecho? Tenga en cuenta que las sociedades son complejas, los sistemas son complejos, los problemas son complejos y las soluciones, por lo tanto, no son obvias.
- Elija a candidatos conscientes de sus poderes y sus limitaciones. Un político no puede solucionar todos los problemas ni tiene el poder para intervenir en todas las situaciones que suceden en una sociedad. Un buen candidato, con condiciones para ser buen gobernante, es consciente de lo que le corresponde hacer desde el rol que ocuparía y lo que no está en sus manos.
- Prefiera a quien esté conectado con la gente y con las realidades. Esto implica del candidato conocer el territorio, su gente y sus problemáticas. También, requiere conocer las cifras, mirar los problemas con perspectiva y asesorarse con expertos. Escuchar la opinión general y también la informada, contrastar, intentar comprender los fenómenos sociales, explorar; eso es lo que diferencia a un candidato preparado de uno del montón.
- La sensatez gobierna mejor que el extremismo. En la sociedad, todos tenemos intereses y el gobernante deberá moverse entre esos intereses para construir acuerdos y definir políticas que, con seguridad, afectarán alguno de esos intereses. El buen gobernante define una ruta, construye acuerdos en medio de las dificultades y tiene la determinación suficiente para enfrentar intereses que quieren obstaculizar el bien común.
- La responsabilidad de todo ciudadano es informarse. Cada dos años, usted debe acudir a las urnas, ya sea para elecciones regionales o nacionales. Si no es candidato, entonces está delegando en otros una parte importante de la responsabilidad sobre lo público. Su rol, entonces, es el de informarse para tomar una decisión consciente. Hágalo. Y para hacerlo, empiece por el punto 1 de este decálogo.
Columna publicada originalmente en el periódico El Mundo de Medellín, el 10 de octubre de 2019.
Fotografía de las elecciones presidenciales de 2010. Tomada por Johnatan Clavijo.