Lo invito a hacer un ejercicio inicial: imagine que camina por las calles del centro de Medellín y se encuentra, caminando hacia usted, a un joven de las siguientes características: tiene unos veinte años, viste una camiseta ancha del Atlético Nacional que es cubierta en gran parte por una chaqueta de color oscuro; lo completa un jean que parece manchado con mugre y grasa, unos zapatos, que por su uso lucen ajados, y una gorra, también de color oscuro…
El joven tiene su cara sucia, el cabello le llega hasta el inicio de la espalda y cubre su mano izquierda en uno de los bolsillos de la chaqueta. En su muñeca derecha porta una considerable cantidad de manillas y de su cuello se sostienen otra gran cantidad de cadenas. Súmele, si el momento lo permite, un pequeño tarro de sacol que se acerca a su boca con alguna frecuencia.
¿Qué piensa?, ¿sentiría miedo?, ¿pensaría que le van a robar?, ¿o simplemente no le importa?
Ahora, imagínelo tirado en el piso, durmiendo sobre una “cama” de cartón o plástico. ¿Qué pasa por su mente?, ¿rechaza ese cuerpo tirado?, ¿le estorba y le parece que afea la ciudad? o ¿ya se le convirtió en paisaje esta escena?… ¿quisiera hacer algo pero siente que no puede?
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