La vida en la calle es dura. Aunque Walter dice que a él lo quieren por no meterse con nadie, ni ser ladrón, los problemas en la calle no faltan. En una oportunidad, por ejemplo, Walter veía televisión con algunas de las personas con las que comparte su vida en la calle. Con la agresividad que pueden producir los estados alterados, un hombre, habitante de calle también, se acercó al televisor con intenciones de tumbarlo. Walter reaccionó…

Entonces yo le dije “entonces qué, ¿vas a tumbar el televisor, pues?” Y el man todo pepo, todo. Me fui y me senté por allá, y el man por deporte se fue detrás de mí y me encendió, ¡Tra! ¡Tra!.

Un destornillador entro varias veces a su cuerpo…

-Entonces llegó un amigo mío y le tenió las manos pa’ que no me siguiera dando. Entonces, el man se me soltó y lo encendió a él también a darle. Cuando yo vi que lo estaba encendiendo, entonces cogí un ladrillo así, pesado, y se lo metí en la cabeza y ¡trannnnn! Cuando vio que le pegué eso en la cabeza se fue corriendo. Y yo estaba todo ensangrado. (…) me tiré, trannn, al suelo, yo no era capaz ni de pararme. Y llegó y llamaron a la patrulla para que me llevaran al hospital y yo cogía la sangre y ¡rannnn! Señala la boca. Parce, un viaje de sangre así, troncos de sangre… yo hay mismo cogía con las manos[3]

Y completa su narración con gestos de llevarse a la boca su propia sangre derramada.

-¿Te la comías?

-En medio de su locura, ríe a carcajadas. Responde:  Jí, y vuelve a reír. Porque yo apenas veía la sangre, yo no, yo no voy a perder mi sangre. Apenas me decían… “¡Ey! no coja eso que eso ya está…”, que la sangre estaba mala. Entonces yo le dije, entonces qué… me van a dejar aquí pues… súbanme, súbanme. Entonces los policías me cargaron así… me subieron a la camioneta.

Walter fue trasladado a un centro médico de Buenos Aires donde fue atendido. Nueve puntos y reposo absoluto. De camino al hogar materno la herida se le empezó a abrir. No pensó que era nada grave hasta que con el pasar de los días se le infectó la chuzada y empezó a acumular materia. La mamá decidió llevarlo al hospital…

-Un día me llevó por allá a un hospital por allá, La Piloto, que dizque pa’ hacerme una curación pa’ quitarme entonces la materia. Entonces esa enfermera cogía con la gasa y dizque a meterme los dedos en la herida, entonces eso me dolía, yo le dije que no, déjeme así entonces. Se ríe al recordar la irreverencia.

A doña Gloria Elena le dio tanta rabia que Walter ni en eso se dejara ayudar, que lo dejó en la salida de La Piloto y se fue a trabajar. La curación quedó a medias y en la pierna izquierda de Walter quedó un hueco como evidencia.

-Se quedó aquí por ahí dos meses. Y yo, pues, pensaba dentro de mí, vea, eso le sirvió para, por lo menos quedarse en la casa… y no, más le pudo el vicio que se volvió, recuerda con desaliento Luis Alexander.